Cambios en los códigos de vestimenta en las empresas

La tendencia es mundial, y viene hace rato. En los años noventa se popularizaron los «casual friday», y en la década del 2000 los gurús de la tecnología solían aparecer en zapatillas y polerón no solo en la oficina, sino también en importantes reuniones. Pero en las últimas semanas en los lugares más formales, en las compañías más elegantes, a la hora de trabajar se están bajando de los tacos para ir con tenidas más informales. ¿Se acerca el fin del dress code?

La última fue Julia Roberts, quien en protesta por un incidente en el Festival de Cannes 2015 (donde no dejaron entrar a algunas participantes por aparecer con zapatos sin taco en el evento), llegó descalza hace un par de semanas a la alfombra roja.

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Revuelo mundial causó también el caso en Londres de Nicola Thorpe, quien fue despedida como recepcionista de una empresa, en el mismo momento en que se negó a cambiarse los zapatos planos con que llegó a la oficina por unos con tacos de cinco centímetros como le ordenó su supervisor, quien en este caso estaba amparado por la ley británica.

¿Hay tensión entre usar uniforme y expresar la personalidad?

«Esta pregunta arroja claridad sobre el problema de la uniformidad y diferenciación en el vestuario, una tensión que hoy adquiere relevancia no solo en el trabajo sino en los colegios, en los institutos religiosos, de la salud y otros que tradicionalmente exigían una apariencia disciplinada e igualitaria», explica Isabel Cruz, autora del libro El traje, transformaciones de una segunda piel.

Empresas como Google traen estas prácticas a Latinoamérica: «El ítem de la ropa no es tema, y nunca lo ha sido. En nuestra empresa no existe nada escrito porque no es tema de análisis, la gente que trabaja acá es súper diversa desde todo punto de vista, (…) y aquí contratan por el talento que aplica o no a una posición. Nunca nadie te va a decir cómo hay que ir vestido, porque el profesionalismo para nosotros no reside en cómo te vistes. Si alguna vez necesitas ir a algo más formal, cada uno se viste más formal», explica Alejandra Bonati, Gerente de Comunicaciones de Google Chile.

Estudios y hechos muestran el cambio

Un estudio presentado hace un par de días por OfficeTeam en Estados Unidos confirma lo que a simple vista ya se ve: 50% de los gerentes senior entrevistados señala que sus empleados van vestidos hoy a la oficina con menos formalidad que hace cinco años. Además, 31% de los trabajadores dice que prefiere trabajar en una compañía que exija una vestimenta más informal, y 27% está a favor de un código de vestimenta casual o ningún código de vestimenta.

Hace algunos días, el banco más grande de Norteamérica se sumó a la tendencia. J. P. Morgan Chase & Co adoptó una norma de vestir más casual, acorde a los gustos de sus clientes y a la tendencia en el mundo tecnológico. Rompiendo con la tradición, ahora sus empleados van en la mayoría de las ocasiones con ropa business casual, algo muy poco común en Wall Street, donde se viste con mucha etiqueta al tratar con portentosos clientes. Esto, además, se ve como una reacción al auge de las grandes tecnológicas, en las que parte de su atractivo para reclutar talentos es justamente el ambiente más informal de sus oficinas.

Incluso PricewaterhouseCoopers, la misma empresa de la que despidieron a Nicola Thorpe, anunció hace pocas semanas que los días que no haya reuniones con clientes se podrá ir con jeans a la oficina.

«El destino de los uniformes está pues directamente unido a los vaivenes del individualismo contemporáneo y a las protestas sociales», continúa Isabel Cruz. La doctora en Historia del Arte y profesora de la Universidad de los Andes señala que «el deseo de ‘autenticidad’ y ‘libertad’ contemporáneas, lo mismo que el interés por la diversidad, tienden también a romper con los ‘moldes’ y normas que implica un uniforme, donde la idea es que la individualidad se aminore en función de un aspecto común, de un traje que por su sanidad, funcionalidad, rigor o sencillez se considera adecuado para cumplir las funciones que la institucionalidad asigna a los diferentes individuos».

Pese a lo que parece ser un retroceso del uniforme, al menos dos de los hombres más poderosos del mundo parecen ir contra esta corriente. Hace algunos meses el creador de Facebook y una de las personas más ricas del planeta, Mark Zuckerberg, publicó una foto de su closet en su muro con varias poleras y polerones grises, y señaló que usa todos los días la misma ropa para enfocar su energía en decisiones más importantes. Opinión compartida por el presidente de Estados Unidos: Barack Obama señaló a Vanity Fair que siempre luce traje azul o gris, ya que «no quiero tomar decisiones acerca de lo que como o lo que visto, porque tengo que tomar muchas decisiones».

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